Nuestra incómoda autonomía
STALIN GONZÁLEZ | EL UNIVERSAL
23 de Julio 2007
"Ya no
distinguen ustedes nada, son un puro impulso. Y combaten ahora movidos tan sólo
por la cólera ciega, más atentos a las armas y a las acciones espectaculares
que al orden de las ideas, obcecados en revolver cielo y tierra, en seguir una
idea fija." Albert Camus en Cartas a un amigo alemán.
El
pensamiento autónomo y crítico representa un peligro para aquellos gobiernos
cuyo norte es imponer su proyecto de país. El actual gobierno poco se
diferencia de los anteriores en este aspecto. Necesita una universidad
parcializada a su favor, unos intelectuales que legitimen su ejecutoria y un
movimiento estudiantil sumiso. Para nosotros es un honor ser garantes de que
tales necesidades no sean satisfechas.
El
Gobierno Nacional, desde su postura sesgada, pretende hacer ver al principio de
autonomía como una condición ofensiva contra el pueblo venezolano. Es
paradójico pues, exceptuando a los militares (que poco o nada entienden de este
tema), muchos de quienes están hoy en el poder fueron profundos defensores de
la autonomía.
La amenaza
no sólo reside en la Asamblea Nacional, cuyos debates sobre la reforma de la
Ley de Universidades ocurren en secreto, sino también en esos sectores que han
negociado la defensa de la autonomía con el gobierno o con el mercado.
Voceros
del gobierno alegan que las universidades están de espaldas al país, que el
conocimiento generado no es pertinente socialmente y que “en las universidades
hacemos lo que nos da la gana”. Surgen, entonces, varias interrogantes: ¿qué
tipo de conocimiento puede producir una universidad intervenida y controlada
por el gobierno?; ¿cuál es ese conocimiento que ellos estiman pertinente?; si
los principios de pluralidad, universalidad y diversidad son contrarios al
pueblo e impertinentes socialmente, entonces, ¿cuáles son los principios que
estarían del lado del pueblo? La escuela de Artes, p.e., gradúa musicólogos.
¿El hecho de que no consigan empleo en su área quiere decir que la universidad
está de espaldas al país? ¿No lo estará el Metro de Caracas, por ejemplo, por
someternos a una mediocre audición musical que deja en evidencia que en tal
empresa del Gobierno no hay un musicólogo?
Una comunidad que
decide sus búsquedas a partir de la multiplicidad de enfoques que la conforman
supone un peligro para un poder hegemónico y de pensamiento único. Tras la
ferviente solicitud “¡Intervención, Presidente, intervención!”, se oculta una
ingenua confianza en que el Presidente podrá resolver lo que muchos no han
podido, desde los distintos espacios universitarios. Si en tono autocrítico
debemos asumir las fallas en el funcionamiento de la universidad, ello no nos
pondrá en la cómoda y rastrera postura de solicitar la injerencia de este
Gobierno... de seguir una idea fija.
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