lunes, 28 de octubre de 2013

A un mes


STALIN GONZÁLEZ | Ultimas Noticias
17 de Mayo de 2013

Cuando escribo estas letras, hace un mes desde que Tibisay Lucena proclamó como presidente a Nicolás Maduro, dejando a la mitad del país llena de dudas y abonando con sus palabras la ilegitimidad de su persona, de la institución que representaba y del candidato que anunció.
A pocos días, el asomo de la violencia se vio en nuestras calles. La oposición, con el único objetivo de defender la verdad sin pisotear la paz, le dio a las cacerolas manifestando con ellas su inconformidad. El poder electoral se sumó al discurso oficial desconociendo lo que había aceptado el día de las elecciones e ignorando esa duda que no se disipaba de la mitad de los venezolanos.

A una semana, en la Asamblea empezaba el desconocimiento hacia la bancada opositora. El presidente de la Asamblea condicionó el derecho de palabra de los diputados opositores al reconocimiento de un cargo que no reconocían ni legitimaban muchos venezolanos, pero aun así, irrespetando las leyes, el presidente nos dejó sin hablar.

La Presidencia proclamada se fue de gira para hablar desde las calles, y no hacer nada por ellas. Los venezolanos se la pateaban a diario en búsqueda de harina de maíz, mantequilla y alimentos varios que día tras día se desaparecían de los anaqueles. También día tras días familias venezolanas fueron enlutadas en manos de esa delincuencia que no discrimina edad, color ni posición social.
En la segunda semana, el Poder Electoral hizo su parte y divulgó una auditoría, arguyó que nuestro sistema -por ser automatizado- era inauditable y que solo podrían recontarse las papeletas y las actas, sin el registro de votantes.

El diálogo también estuvo en escasez y en la Asamblea la violencia tomó su puesto, tomando como víctima a los representantes de una población que se resistía a reconocer una proclamación que estaba negada a revisarse, contarse y relegitimarse.
En tres semanas, apresaron a un líder político, cuyo juicio no se adelanta, cuya defensa no se permite, y cuyo delito ha sido tratar de alertar sobre las amenazas que a nuestra seguridad comprende la injerencia cubana.


A un mes, la inflación se disparó, los alimentos desaparecieron, la Asamblea no ha sido convocada, el Presidente proclamado sigue en las calles y este gobierno sigue sin revisarse, contarse ni relegitimarse.

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