Copp, pura retórica electoral
STALIN
GONZÁLEZ |Ultimas Noticias
21 de Junio de 2012
Como en todos los ámbitos de la Administración
Pública, el gobierno espera nuevamente a que estalle una crisis para tomar
acciones frente a un problema que no es nuevo, sino que llegó y agotó su
tolerancia
El problema de
la justicia en este país no es reciente ni se remonta al suceso de El Rodeo o
de La Planta. La crisis penitenciaria arraigada en el retardo procesal –vicio
que se arrastra y mantiene de la mal llamada Cuarta República– es uno de los
principales factores que intervienen la situación de inseguridad en que vive el
país, situación que además es reconocida por ambos sectores de la población:
los que disienten del Gobierno y los que son afectos al mismo.
Hoy vuelven a
hacer una reforma del Código Orgánico Procesal Penal (Copp), la sexta en 13
años de gobierno, sin entender que el problema no es la letra de la ley, el
problema no se resolverá eliminando artículos o incorporando nuevos, el
problema principal está en cómo se administra la justicia y la manera tan
inhumana en que se encuentran los centros penitenciarios. Las cárceles se han
vueltos las grandes escuelas y universidades del hampa, de la delincuencia;
allí, la miseria humana se recrea y eleva a su máxima potencia. Los centros
penitenciarios no son lugares que brinden formación y que le permitan al
privado de libertad poder enmendar su falta, sino que se han convertido en
grandes centros gerenciales de crímenes. Allí no existen las leyes que hoy se
empeñan en cambiar; allí existe la ley impuesta por los más desalmados, por
quienes –en complicidad con las fuerzas del Estado– se han encargado de
impartir el miedo dentro de los penales y más allá de sus paredes.
Como siempre,
el Gobierno atiende las formas y no el fondo, intenta aplicar correctivos a una
situación desde lo superfluo y no sobre el contenido real, sin entender que las
palabras publicadas en Gaceta Oficial no cambian el tráfico de armas en los
penales, la venta de droga, el negocio y las mafias que existen alrededor de
esa situación.
Añadido a eso,
encontramos el carácter individual y personalista que le imprime el que la
reforma se haya dado vía habilitante. ¿Dónde está el pueblo legislativo, dónde quedo
la democracia participativa, a cuenta de qué se plantea nuevamente una reforma
a la ley cuando las anteriores no se han hecho cumplir? “Retórica electoral”:
así debería llamarse la ley. La situación seguirá igual mientras la impunidad y
la administración discrecional de la justicia sigan gobernando este país.
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