Entre el autoritarismo y la libertad
STALIN GONZÁLEZ | EL UNIVERSAL
8 de agosto de 2009
¿Va a seguir usted sentado allí, o se va a
parar
y salir a luchar por nuestro país?
La primera y
segunda guerras mundiales nos legaron a los seres que habitamos este mundo
múltiples reflexiones, nuevos conceptos y nuevas categorías de análisis que
constituyen parte fundamental del pensamiento político contemporáneo. Uno de estos
temas tiene que ver con la exclusión radical del otro, a punto tal de llegar a
despojar a algunos ciudadanos de uno de los bienes más preciados que se puede
tener, la vida. ¿A qué fin? Acabar con la disidencia y exterminar a un
porcentaje con diferencias raciales; en fin, la loca idea de crear una raza
pura. A partir de allí los grandes pensadores han profundizado el estudio de
temas como el racismo, el nacionalismo, el fascismo, el egocentrismo, la
egolatría y uno de los que consideramos de mayor vigencia más en nuestro
contexto, EL AUTORITARISMO.
Cada día este
régimen consigue mayores semejanzas y características autoritarias: constantes
abusos y violaciones a los derechos individuales, múltiples ataques y
restricciones contra la libertad de expresión, desaparición de cualquier rasgo
institucional para ser sustituido por la voluntad única del egocentrismo
presidencial. Tenemos claro que en Venezuela el Estado de Derecho es vulnerado,
que la justicia está secuestrada, ya no por un grupo sino por una sola persona.
Día tras día nuestras libertades se ven acotadas y limitadas. Somos víctimas de
un sistema que concentra todo su trabajo en complacer los antojos de una única
figura. El Presidente manda y los demás ejecutan.
Algunos definen
el autoritarismo como aquel régimen en el que el sistema político si bien
plural, tal pluralidad es limitada y no responsable, sin ideología elaborada
sino una reactiva y acomodaticia dependiendo del público al cual se quiera
cautivar, y con un jefe con límites mal definidos (Linz, 1975).
En la Alemania
nazi, el führer, a partir del gran carisma que poseía, ganó elecciones a través
de un proceso electoral democrático. Al principio lo apoyaron grupos económicos
importantes. El pueblo era él; él era el pueblo. Su discurso del nacionalismo,
sus intenciones de hacer de Alemania una nueva potencia, ¿no nos suena discurso
conocido? La pregunta es ¿por cuál nos inclinamos? Seguimos polarizados,
divorciados, sumergidos en dos polos. Una mitad saluda el "patria,
socialismo o muerte, venceremos"; la otra se opone, pero siente que su
oposición es ignorada. O tomamos acciones ciudadanas, sin esperar al Mesías que
nos diga qué hacer, o nos deshacemos como sociedad. ¿Va a seguir usted sentado
allí, o se va a parar y salir a luchar por nuestro país? La reflexión es para
los de un lado y otro. No nos convirtamos en una Venezuela nazi.
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