No nos vencerá la sombra
STALIN GONZÁLEZ |
EL UNIVERSAL
23 de marzo de 2011
Lo que ha venido ocurriendo en las universidades
venezolanas ha sido muestra de cómo el gobierno tiene tal hambre de control que
va desde el estrangulamiento presupuestario hasta la condena al legítimo
derecho de protesta. Si analizamos lo que ha venido sucediendo desde que se
inició la revolución hasta ahora, vemos una tendencia que se ha ido
radicalizando en torno a aquellos espacios que no han podido ser penetrados por
la vía democrática.
La universidad ha tenido una postura apegada a sus
principios de autonomía, universalidad del pensamiento, creación plural de
conocimiento, espacio de tolerancia y discusión permanente, donde se evalúan no
sólo los problemas que sufre nuestra sociedad sino que además se buscan las mejores
alternativas. Es por ello que esta institución no escapa de la urgencia
hegemónica del gobierno. Este recinto, que no se ha doblegado ante la idea de
un partido único, de visión autocrática, de discurso maniqueísta, de derecha vs
izquierda, de buenos vs malos, ha venido siendo amenazada desde los tiempos de
la toma cuando un grupete, a propósito de la "transformación
universitaria", disfrazaron un atentado contra la autonomía su interés
principal: imponer un discurso y un sistema, con el fin de renovación de una
institución. Sabemos que se requiere actualización constante, que debe
construirse con los actores que en ella hacen vida y no bajo la mirada
totalitaria de quienes creen tener la verdad y se empeñan en hacerla colectiva.
Pero no con violencia.
La universidad ha estado abierta a diversos
debates. Allí el gobierno no ha podido cobrar prebendas, ni lograr que el
dinero del Estado (distribuido de la peor forma clientelar) silencie las
conciencias y las ideas que se producen en los miles de jóvenes que desde todas
partes del país han coincidido en la defensa de un porvenir distinto al
presente que nos agobia. Hoy los estudiantes promueven una forma de protesta
que incluso puede producirles daños irreversibles. La lucha contra un sistema
aberrante que se presenta como el ideal revolucionario, que detrás lleva
corrupción, dádivas y asistencialismo manteniendo el status quo, es parte de lo
que promueve esa decisión de dar incluso la vida por lograr que sean
escuchados.
El gobierno frente a ello crea el Ministerio de la
Juventud, otorga misiones e inventa mil formas de poder para contar con un
apoyo que nunca ha tenido. Los espacios para discutir sobre la propuesta de
país no son los espacios que ellos privilegian, no son las ideas, ni las
palabras sus mejores armas. Pero para nosotros, los que hemos decidido optar
por ser una opción, no hay mejor escenario que las aulas para construir. Pero
en ese espacio ellos son minoría. No asisten, se repliegan, plantean hacer un
show mediático. Allí, frente a las cámaras, no se hace el trabajo. Allí,
repitiendo el discurso manido que no convence a nadie, nada logran. Nosotros
seguiremos en la universidad y en la calle, creando ciudadanía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario