jueves, 24 de octubre de 2013

No nos vencerá la sombra


STALIN GONZÁLEZ |  EL UNIVERSAL
23 de marzo de 2011 

Lo que ha venido ocurriendo en las universidades venezolanas ha sido muestra de cómo el gobierno tiene tal hambre de control que va desde el estrangulamiento presupuestario hasta la condena al legítimo derecho de protesta. Si analizamos lo que ha venido sucediendo desde que se inició la revolución hasta ahora, vemos una tendencia que se ha ido radicalizando en torno a aquellos espacios que no han podido ser penetrados por la vía democrática.

La universidad ha tenido una postura apegada a sus principios de autonomía, universalidad del pensamiento, creación plural de conocimiento, espacio de tolerancia y discusión permanente, donde se evalúan no sólo los problemas que sufre nuestra sociedad sino que además se buscan las mejores alternativas. Es por ello que esta institución no escapa de la urgencia hegemónica del gobierno. Este recinto, que no se ha doblegado ante la idea de un partido único, de visión autocrática, de discurso maniqueísta, de derecha vs izquierda, de buenos vs malos, ha venido siendo amenazada desde los tiempos de la toma cuando un grupete, a propósito de la "transformación universitaria", disfrazaron un atentado contra la autonomía su interés principal: imponer un discurso y un sistema, con el fin de renovación de una institución. Sabemos que se requiere actualización constante, que debe construirse con los actores que en ella hacen vida y no bajo la mirada totalitaria de quienes creen tener la verdad y se empeñan en hacerla colectiva. Pero no con violencia.

La universidad ha estado abierta a diversos debates. Allí el gobierno no ha podido cobrar prebendas, ni lograr que el dinero del Estado (distribuido de la peor forma clientelar) silencie las conciencias y las ideas que se producen en los miles de jóvenes que desde todas partes del país han coincidido en la defensa de un porvenir distinto al presente que nos agobia. Hoy los estudiantes promueven una forma de protesta que incluso puede producirles daños irreversibles. La lucha contra un sistema aberrante que se presenta como el ideal revolucionario, que detrás lleva corrupción, dádivas y asistencialismo manteniendo el status quo, es parte de lo que promueve esa decisión de dar incluso la vida por lograr que sean escuchados.


El gobierno frente a ello crea el Ministerio de la Juventud, otorga misiones e inventa mil formas de poder para contar con un apoyo que nunca ha tenido. Los espacios para discutir sobre la propuesta de país no son los espacios que ellos privilegian, no son las ideas, ni las palabras sus mejores armas. Pero para nosotros, los que hemos decidido optar por ser una opción, no hay mejor escenario que las aulas para construir. Pero en ese espacio ellos son minoría. No asisten, se repliegan, plantean hacer un show mediático. Allí, frente a las cámaras, no se hace el trabajo. Allí, repitiendo el discurso manido que no convence a nadie, nada logran. Nosotros seguiremos en la universidad y en la calle, creando ciudadanía.

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