jueves, 24 de octubre de 2013

Caen las caretas


STALIN GONZÁLEZ |  EL UNIVERSAL
8 de marzo de 2011 

Este gobierno, que ha mantenido su hegemonía comunicacional a punta de la supuesta defensa de los desposeídos, los pobres, los sindicatos y el pueblo en general, comienza a dar muestras fehacientes de su incoherencia y su falta de apego real a los principios básicos que tanto exalta.
Las posturas del Presidente comienzan a mostrar sus mal basteadas costuras. Sus poses de hombre justo y democrático se desdibujan ante la situación internacional que hoy mantiene al planeta en vilo. El que la espada de Bolívar (aunque fuese en réplica) rozara las manos de un autócrata como Gadafi (quien de manera salvaje atenta contra su pueblo) es el revés que la historia (tan sabio Marx con su materialismo histórico) nos da a conocer. Lo que está ocurriendo en Libia y en todo el Medio Oriente no es sino una demostración de la fuerza del pueblo y la organización que derrota a todo régimen que atente contra las libertades, por más tiempo que éste esté en el poder.

Chávez no halla cómo justificar el horror que hoy se vive en Libia y que su buen amigo Gadafi lidera. Los cuentos sobre el control petrolero y la necesidad de dominación quedan como cortos al explicar el clamor del pueblo. No es nuestro deber generar una matriz de opinión sobre el caso, pero lo que no podemos hacer es pasar agachados. Es una cobardía no tomar una postura frente a tamaño lío internacional, tanto más cuando se ha sido anfitrión y amigo del gobierno que hoy reprime a su gente. Ahora verá el gobierno qué hacer con su torpeza y falta de tacto al definir y escoger a sus amigos.

Otra de las acciones que esta semana han dejado al Presidente al desnudo es la injusta condena de Rubén González, secretario general del sindicato de Ferrominera, condenado por cumplir con el trabajo para el cual sus compañeros lo designaron. Es la primera vez que se condena a un sindicalista por ejercer su legítimo derecho a la protesta, por reclamar mejoras y reivindicaciones laborales que cualquier gobierno de izquierda estaría gustoso en aprobar. Lo que hoy vive la familia, los amigos y sus compañeros de trabajo es el terror de haber hablado en un gobierno en el que el silencio comienza a parecer el mejor aliado. ¿Es González también un "burgués"? ¿Es González también un "tarifado por la CIA y el imperio"? ¡Bah! El que no quiera entender que este gobierno de izquierda y de revolucionario no tiene nada, francamente hace un ejercicio de abstracción. Sólo hace falta mirar los contratos colectivos de los empleados del sector público. ¿Dónde quedan entonces las largas luchas de los obreros, de los explotados del mundo, de los pobres y desposeídos, de los que claman libertad más allá de nuestra frontera? Cómo dice la canción, "quítate la máscara". Asuman que no son más que un ejército de gente tratando de darle coherencia y justificación a las locuras de un jefe autócrata que gobierna a punta de caprichos. Pero no olviden que la historia es lo único de lo que no pueden escapar.

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