Festival de caprichos
STALIN GONZÁLEZ | EL UNIVERSAL
15 de febrero de 2010
Hace rato el gobierno perdió la
perspectiva, pero lo del pasado domingo es una muestra precisa de cómo este
país dejó de ser una nación para convertirse en el fundo del Presidente. Su
imagen en el Aló Presidente era tan poco natural que hasta hacía pensar al
espectador que en realidad aquello era una ficción; una producción majestuosa,
al estilo de Hollywood, con exteriores limpios y arreglados para la ocasión,
una plaza Bolívar caraqueña desalojada por la seguridad del Presidente,
desierta de pueblo.
Haciendo gala una vez más de la
improvisación, no tuvo mejor idea que expropiar los edificios que rodean la
plaza Bolívar. Como siempre, las autoridades subalternas acataron como borregos
la orden de un Presidente que, tras años de giras por el mundo y de acuartelarse
en Miraflores, desconoce la realidad del país y de una ciudad a la cual detesta
sin disimulos.
¿Por qué en vez de expropiar
estos sitios del casco histórico no pidió cuentas a las autoridades del
Municipio Libertador, quienes año tras año presupuestan mejoras, remodelaciones
y restauraciones de las inmediaciones de la plaza Bolívar, sin que
efectivamente nada ocurra?
Todo esto sin contar la cantidad
de afectados que una medida de tal impacto supone. Hace poco fueron los
trabajadores de Éxito; ahora se suman a la lista los desempleados de los
comercios aledaños a la plaza. La finalidad aún la desconocemos. El gobierno
municipal tiene unas diez obras inconclusas en el Municipio Libertador y en
lugar de terminarlas, sigue atentando contra la propiedad privada y, peor aún,
asumiendo las ideas descabelladas que al Presidente se le ocurren en su
festival de caprichos. Es tal el desorden y desconocimiento que rodea esta
administración que se "autoexpropia". Uno de los edificios
expropiados es propiedad de la Universidad de Oriente. Es decir, aparte de
atacar a los comerciantes, otra universidad venezolana se queda sin una
importante generación de ingresos propios.
La pésima gestión de este gobierno
no sólo se evidencia en los temas vinculados a la ciudad y su patrimonio, que
bastante mal los han llevado, sino con asuntos relevantes para la cotidianidad
de los ciudadanos. La crisis eléctrica, aunada al deterioro institucional y de
la calidad de vida de los ciudadanos, así lo pone de bulto. En estos once años
no se han generado políticas que aborden el tema urbano y trabajen la
concepción de ciudad y mucho menos la construcción de ciudadanía. El
reordenamiento de Caracas pasa por trabajar la necesidad de espacios. Basta de
manejar la ciudad desde la arbitrariedad, desde el poder absoluto que manda y
ordena.
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