La unidad es primordial
STALIN GONZÁLEZ | EL UNIVERSAL
28 de junio de 2009
No basta con
sentarnos en una mesa o presentarnos
a procesos electorales con una sola
tarjeta
En este perverso
y hasta maléfico juego político que padece nuestro país, destaca la falta de
coherencia entre el discurso y la praxis, así como la ausencia de instituciones
fuertes que inflexiblemente condenen el nepotismo, la demagogia y la
corrupción. Tanto en la mal llamada "cuarta" como en la peor llamada
"quinta", estos vicios terminan demostrando el talante deshonesto de
algunos de los políticos que han brillado en la escena. El dinamitar a las
organizaciones partidistas, creando la atrocidad de un partido único, al mejor
y más acabado estilo nazi, fue el único remedio que encontró el rey para
unificar la jauría de fieras hambrientas de poder y dinero de su corte.
Los demócratas
tenemos un gran desafío: La Unidad. Ante ello, dos factores no podemos dejar de
lado: la unidad de qué y para qué. Confrontamos un régimen que concentra todo
el poder y que ha desdibujado la frontera entre Estado y Gobierno,
convirtiéndolos en un solo y absurdo ente. Frente a ello es obligante crear la
unidad, pero no retórica y de mero discurso de plaza; nos referimos a la unidad
de un plan de acción que articule a todos los factores democráticos del país.
Precisamos unidad de criterios. No basta con sentarnos en una mesa o
presentarnos a procesos electorales con una sola tarjeta. Lo que requerimos es,
como objetivo común, recuperar espacios para hacer democracia y para consolidar
una nueva mayoría incluyente, integradora, interesada por la construcción de
ciudadanía. Necesitamos una unidad sincera, franca, honesta, que privilegie y
represente los intereses de la nación.
Así, la
iniciativa de la mesa de la unidad está orientada a ejercitar la dirección
política para ese cambio. Es allí donde reivindico y aplaudo la participación
ciudadana y la militancia partidista. En las organizaciones primogénitas de la
democracia se encuentran las líneas teóricas y prácticas que nos permitirán
rescatar el resto de las instituciones republicanas. Recordemos que fue por esa
onda antipolítica y antipartidista que Chávez llegó a Miraflores. Ese riesgo no
lo podemos volver a correr. Sería de tontos y de irresponsables caer en los
mismos errores del pasado. Trabajemos entonces por el rescate de nuestras
instituciones. Y esforcémonos por nutrir y solidificar la base de la democracia,
que no es otra que la pluralidad de propuestas que presentan las diferentes
organizaciones.
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