Ley muerta
STALIN GONZÁLEZ | EL UNIVERSAL
21 de agosto de 2009
Debemos ser constructores cotidianos que luchan, se organizan y proponen un
cambio
El tema legislativo en Vene-zuela ha sido históricamente asunto propio de
análisis y discusión de distintos sec- tores en la sociedad, mucho más cuando
la Asamblea Nacional -también de forma histórica (ocasiones más, ocasiones
menos)- ha respondido más a intereses partidistas que a los de las mayorías del
país. Para los venezolanos, la Ley es más cuestión de letra que de hábito, más
de uso abusivo que de reglamento para normar la vida y con ello elevar la
calidad de la misma. Lo que estamos viviendo hoy es consecuencia de nuestros
errores pasados, que no han sido pocos. Lo que vivimos es culpa de la falta de
visión y el abandono que en un momento tuvimos frente a lo que fueron las
elecciones de diputados. Ahora bien, ahondemos en las conductas que aún
mantenemos y que siguen constituyendo parte de un error. En aquella ocasión lo
que nos hizo abandonar el espacio -y no ir de forma contundente a la contienda-
fue la falta de un proyecto de unidad con visión compartida. Lo que nos hizo
retirarnos a ciencia cierta no fue tanto la desconfianza en el ente rector;
fueron más las pretensiones e intereses particulares de algunos.
La única forma de contrarrestar todo lo que hoy está siendo aprobado es
construir un proyecto nacional, una unidad que vaya más allá de meros acuerdos
políticos. Esta crisis de autoritarismo no puede pelearse desde lugares
distintos, intentado con cada abuso tener palestra para brillar y luego
abandonar el tema o cambiarlo por uno nuevo. Todo lo que esta semana han
prevalecido son los "arrebatones" y "madrugonazos" del
Parlamento Nacional, el abuso procaz y desmedido del poder, la imposición sin
barreras, el "me da la gana" y el "a juro". Dentro de un
mes no puede todo esto lanzarse al saco del olvido, como ha ocurrido con otros
menesteres. La unidad no puede ser circunstancial; debe venir con propuestas
conjuntas, con acciones verdaderamente colectivas.
Por ejemplo, los periodistas, luego del ataque brutal que sufrieron, fueron
a la Fiscalía. El reto se organizaba desde su espacio, sin saber que estos
eventos podían realizarse sumando fuerzas y apoyos. Las acciones desarticuladas
no nos ayudarán frente a un grupo que, pese a heterogéneo, como lo es el
chavismo, nunca actúa aisladamente y cuenta siempre con ayuda institucional.
Nuestro papel frente a esta situación no puede quedarse en la mera
reacción. No es tiempo de miedos, de personalismos o de pesimismos que nos
llevan a la claudicación. Nuestro país nos reclama ser protagonistas que no
sólo se conocen y se quedan en las noticias. Debemos ser constructores
cotidianos que luchan, se organizan y proponen un cambio que garantice
desarrollo y progreso para la nación y bienestar para el pueblo. No nos
acostumbremos a vivir sin libertades, no nos habituemos a reivindicar
únicamente el espacio electoral. Pensemos en un proyecto de país distinto al
dizque socialismo de los insensatos autoritarios que hoy nos gobiernan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario