miércoles, 23 de octubre de 2013

Ley muerta

STALIN GONZÁLEZ |  EL UNIVERSAL
21 de agosto de 2009 

Debemos ser constructores cotidianos que luchan, se organizan y proponen un cambio

El tema legislativo en Vene-zuela ha sido históricamente asunto propio de análisis y discusión de distintos sec- tores en la sociedad, mucho más cuando la Asamblea Nacional -también de forma histórica (ocasiones más, ocasiones menos)- ha respondido más a intereses partidistas que a los de las mayorías del país. Para los venezolanos, la Ley es más cuestión de letra que de hábito, más de uso abusivo que de reglamento para normar la vida y con ello elevar la calidad de la misma. Lo que estamos viviendo hoy es consecuencia de nuestros errores pasados, que no han sido pocos. Lo que vivimos es culpa de la falta de visión y el abandono que en un momento tuvimos frente a lo que fueron las elecciones de diputados. Ahora bien, ahondemos en las conductas que aún mantenemos y que siguen constituyendo parte de un error. En aquella ocasión lo que nos hizo abandonar el espacio -y no ir de forma contundente a la contienda- fue la falta de un proyecto de unidad con visión compartida. Lo que nos hizo retirarnos a ciencia cierta no fue tanto la desconfianza en el ente rector; fueron más las pretensiones e intereses particulares de algunos.

La única forma de contrarrestar todo lo que hoy está siendo aprobado es construir un proyecto nacional, una unidad que vaya más allá de meros acuerdos políticos. Esta crisis de autoritarismo no puede pelearse desde lugares distintos, intentado con cada abuso tener palestra para brillar y luego abandonar el tema o cambiarlo por uno nuevo. Todo lo que esta semana han prevalecido son los "arrebatones" y "madrugonazos" del Parlamento Nacional, el abuso procaz y desmedido del poder, la imposición sin barreras, el "me da la gana" y el "a juro". Dentro de un mes no puede todo esto lanzarse al saco del olvido, como ha ocurrido con otros menesteres. La unidad no puede ser circunstancial; debe venir con propuestas conjuntas, con acciones verdaderamente colectivas.

Por ejemplo, los periodistas, luego del ataque brutal que sufrieron, fueron a la Fiscalía. El reto se organizaba desde su espacio, sin saber que estos eventos podían realizarse sumando fuerzas y apoyos. Las acciones desarticuladas no nos ayudarán frente a un grupo que, pese a heterogéneo, como lo es el chavismo, nunca actúa aisladamente y cuenta siempre con ayuda institucional.


Nuestro papel frente a esta situación no puede quedarse en la mera reacción. No es tiempo de miedos, de personalismos o de pesimismos que nos llevan a la claudicación. Nuestro país nos reclama ser protagonistas que no sólo se conocen y se quedan en las noticias. Debemos ser constructores cotidianos que luchan, se organizan y proponen un cambio que garantice desarrollo y progreso para la nación y bienestar para el pueblo. No nos acostumbremos a vivir sin libertades, no nos habituemos a reivindicar únicamente el espacio electoral. Pensemos en un proyecto de país distinto al dizque socialismo de los insensatos autoritarios que hoy nos gobiernan.

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