miércoles, 23 de octubre de 2013

El descaro

STALIN GONZÁLEZ |  EL UNIVERSAL
7 de julio de 2009 

Los hondureños deben solucionar 
sus asuntos entre ellos

La crisis en Honduras no obliga a la reflexión sobre uno de los conceptos que en América Latina -y mucho más en nuestro país- se ha discutido hasta la saciedad: la democracia. Es absurdo que se justifique la forma arbitraria con la que se saca a un presidente, faltando a los principios fundamentales, inclusive de derechos individuales. No podemos tener otra posición que la de rechazo a la forma violenta como se ha enfrentado la crisis en el hermano país. La violencia sólo engendra más violencia. Venezuela es ejemplo de los efectos perversos de la polarización y el daño que le hace a un país dividirse y acumular resentimientos. La defensa de elementos como el Estado de Derecho, la participación en las decisiones políticas del país, el acceso a los servicios, etc. hablan de los niveles de democracia y éstos están deteriorados en Honduras. Empero, tampoco hay argumentos que justifiquen la intromisión de un gobierno extranjero en asuntos que competen a la soberanía de una nación. Los hondureños deben solucionar sus asuntos entre ellos. La reconciliación, la unidad y la democracia deben fortalecerse desde las estructuras de base de la sociedad. Estos elementos no pueden ser impuestos (y menos desde fronteras lejanas). Quienes como espectadores observamos la crisis en Honduras no podemos enfrascarnos en radicalismos estúpidos que no ayudan a solventar la situación y sólo agrava el problema. Ocupémonos cada cual de lo suyo, porque mientras el Presidente juega a ser el nuevo Bush hemisférico, entrometiéndose en las decisiones de otros países, el nuestro lidia con la inseguridad, la crisis económica y otros dolores. Mientras él defiende la democracia hondureña, la nuestra se ve cada día más violentada con el secuestro de competencias a autoridades legítimamente elegidas. Señor Presidente, su descaro nos sorprende. La democracia hondureña no puede ni debe ser más importante que la nuestra.

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