Entre "ismos"
STALIN GONZÁLEZ | EL UNIVERSAL
29 de marzo de 2010
Debemos rescatar ese ímpetu de libertad y
democracia del que siempre hemos sido protagonistas
A medida que el régimen se siente
más debilitado son más las regulaciones y la represión que sobre los ciudadanos
lanza, al extremo de afectar a miembros de sus mismas filas. Hemos llegado al
punto de sentir que pensar distinto es nocivo para la salud, pero expresarlo a
viva voz es una sentencia segura. La AN se ha tornado en instrumento de
retaliación política y en un espacio para complacer los mandatos de un
individuo que hace años perdió la perspectiva y ya se encuentra tan disociado
que no resiste ni siquiera la crítica o disidencia interna, rompiendo así con
uno de los principios de un verdadero revolucionario: la autocrítica.
Apena ver cómo los poderes han perdido su
autonomía. Absolutamente todo gira en torno a los impulsos de un solo
individuo. Representantes del Estado, como la presidenta del Tribunal Supremo
de Justicia, los rectores del CNE, los diputados, etc., todos obedecen a las alucinaciones
noctámbulas de quien hoy preside. Para Chávez los tres poderes se traducen en
él. Él es la encarnación del pueblo y, más allá de presentarse como todo un
fenómeno político, raya incluso en un fenómeno psicológico importante de
estudiar. Los orígenes del totalitarismo siempre tuvieron el nombre de un
demente que, apoyado en una ideología o en conflictos raciales o en la lucha de
clases, posee la falsa creencia de transformar la sociedad, tratando así de
romper con todo lo establecido hasta modificar la historia para hacerla calzar
con sus propósitos. Eso sí, que nadie opine en contra, que nadie se queje, que
nadie tenga aspiraciones por encima de las del líder máximo.
Los que apoyan al Gobierno y poseen los
instrumentos para comprender el embrollo en el que estamos metidos deberían
explicarnos cómo a través de un reduccionismo burdo hablan de la separación de
poderes como un tema de capitalismo, imperialismo, socialismo, humanismo y otra
serie de "ismos" que hasta los momentos no han logrado dar respuesta
a la necesidades reales de la población. Hoy, más que nunca, nuestro país
necesita entender qué significa cada espacio de poder que el magnánimo ha
copado. Pero, más aún, este país necesita trabajar para recuperarlos. Ese
propósito de transformar la sociedad en una masa homogénea e inerte que sólo se
moviliza tras los dictámenes del magnánimo no puede conseguir asilo en nuestro
país. Debemos rescatar ese ímpetu de libertad y democracia del que siempre
hemos sido protagonistas. Nuestro norte debe ser la victoria no sólo en las
elecciones del 26S, sino de la democracia sobre el autoritarismo, el
totalitarismo y otra serie de "ismos" que tanto daño han hecho al
mundo.
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