martes, 25 de febrero de 2014

Elefante blanco

STALIN GONZÁLEZ | ULTIMAS NOTICIAS
21 de Febrero de 2014
Muchísimos venezolanos estamos cansados de sufrir las consecuencias de la mala gestión del Gobierno, de la permanente terquedad a reconocer sus errores y del irrespeto hacia los venezolanos que no estamos deacuerdo con su proyecto político.
La inseguridad y la crisis económica han sido el detonante para que muchos estudiantes, amas de casa y venezolanos en general hayan salido a la calle, en su legítimo derecho, desde hace quince días exigiendo cambios.

A esa contundente expresión de malestar, los venezolanos fueron respondidos con actuaciones desmedidas de represión por parte de las fuerzas públicas y de colectivos afectos a la revolución. Las responsabilidades de las fuerzas públicas serán denunciadas ante las autoridades competentes y exigiremos la investigación y correspondientes medidas con aquellos funcionarios que irrespetaron su uniforme, la ley y al prójimo. Sin embargo, los colectivos son grupos civiles, armados y descontrolados. Muchos venezolanos estamos cometiendo el error de aprender a vivir con la violencia. No solo se trata de la inseguridad informal, esa que nos deja sin bienes, incluso muchas veces nos quita la vida por ellos, sino también estamos conviviendo con una de muchas más facetas. Me refiero a la violencia que sufren comunidades sitiadas por grupos armados que deciden a discreción las normas de convivencia, la violencia política cuando expresamos una opinión divergente en espacios que alguno pueda considerar oficial o inconveniente, a la violencia discursiva cuando somos constantemente menospreciados y ofendidos en discursos, programas, alocuciones , en persona y en redes sociales y aquella que dispara contra la sociedad civil que decide salir a la calle para expresar su malestar.

El Gobierno tiene un elefante blanco en la sala del cual no quiere hablar y los venezolanos necesitamos no solo que hable de él, sino también que lo desarme. Los colectivos tienen culpa importante de la violencia que se vive en nuestras calles y de la intolerancia que sufrimos gran parte de los venezolanos. Si quiere paz, debe empezar por asumir la poca capacidad de control que tiene sobre esos grupos y coordinar estrategias que los neutralice.

El Estado es el responsable de resguardar la vida de los venezolanos; para ello, debe controlar y desarmar a los colectivos.



viernes, 7 de febrero de 2014

Evadir la culpa


STALIN GONZÁLEZ | ULTIMAS NOTICIAS
7 de Febrero de 2014

Es así como, para el doloroso problema de la seguridad, el Presidente del país acusa a los medios de comunicación por la violencia que ronda nuestras calles, olvidando la impunidad del sistema de justicia, la anarquía en nuestro sistema penitenciario y los vicios en nuestras fuerzas policiales
Luego de quince años de gestión revolucionaria, Venezuela figura entre los países más inseguros del mundo, uno de los pocos que sufre una alta tasa de inflación, un importante índice de desabastecimiento y un déficit en sus prácticas democráticas. Al ver este panorama, uno podría suponer que los líderes revolucionarios asumirían que “sus objetivos no fueron alcanzados” y que buscarían formas alternativas y alianzas democráticas para salir de tan variados dramas, pero el único objetivo que se han planteado es buscar un culpable fuera de la gestión.

Es así como, para el doloroso problema de la seguridad, el Presidente del país acusa a los medios de comunicación por la violencia que ronda nuestras calles, olvidando la impunidad del sistema de justicia, la anarquía en nuestro sistema penitenciario y los vicios en nuestras fuerzas policiales, todos ellos más determinantes en las tasas de homicidios que la novela donde la protagonista mató a su mamá.

En lo económico, la crisis por la que atravesamos es, según el Gobierno, originada por unos malvados viajeros que quiebran el país por el uso indiscriminado de tres mil dólares. El porcentaje de consumo en el exterior por tarjetas de crédito no supera siquiera 5% de los consumos del extinto Cadivi, el resto fue gastado por empresas importadoras cuya aprobación para la adquisición de divisas fue por un ente gubernamental, de manera que el acento de nuestra inestabilidad cambiaria residiría tanto en el importador que pidió las divisas como el funcionario que se las concedió.

Es evidente el acaparamiento y la especulación presente en nuestra economía, pero dudo que sea lo suficientemente potente para desabastecer a nivel nacional 40 productos. La guerra económica, como predican los funcionarios del Gobierno, parece originarse en los retrasos en la compra de materias primas con trámites burocráticos, en la creación de leyes que reducen las posibilidades de reinversión, y en la expropiación de empresas para dejarlas improductivas.

Si las novelas venezolanas fueran escritas por Delcy Rodríguez, no viajara ni un solo venezolano al exterior y la distribución de alimentos fuera realizada íntegramente por el Gobierno, aún habría muertes en las calles, inflación y vacíos en nuestros anaqueles. Es momento de asumir las culpas y enfrentar el problema, creer en el diálogo y buscar formas alternativas de gestión.