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STALIN GONZÁLEZ | EL UNIVERSAL
El Universal, 22 de abril de 2008
Los Caraqueños fuimos testigos nuevamente de los abusos de los que
gritan a todas voces que ahora “Venezuela es de todos”; los vecinos del 23 de
Enero amanecieron encarcelados; resulta paradójico que mientras un grupo de
encapuchados, armados hasta los dientes cerraban toda salida y entrada a la
parroquia, en su legítimo “derecho a la protesta pacífica”, fungiendo de
reguladores del derecho a transitar, aquellos ciudadanos que, trataban de
cumplir con su agenda cotidiana, en la que figura el trabajo diario y la lucha
constante para la construcción de un país distinto, se vieron
imposibilitados y verdaderamente
inhabilitados en el desarrollo de su faena.
Es por ello que decidimos una vez más romper con el silencio
cómplice de aquellos que hoy dicen dirigir la ciudad, ¿Quiénes son realmente
los que gobiernan Caracas?, ¿Cómo se entiende que en una parroquia de la
capital de un país un grupo armado tome los espacios irrespetando el tan
defendido derecho al libre tránsito?, ¿Quiénes son realmente los guarimberos?,
y ¿Quiénes representan realmente la autoridad?.
Aquellos que fuimos protagonistas de las distintas movilizaciones
efectuadas el año pasado por los estudiantes, podemos recordar los fuertes
cinturones de seguridad que rodeaban las instalaciones a las que se intentaba
acceder, podemos remembrar fácilmente la respuesta de los distintos entes de
seguridad del Estado frente a las acciones que emprendimos en defensa de
nuestros derechos, pero sobre todo, es difícil olvidar que – siempre – nuestras
únicas armas han sido las palabras, el llamado constante a debatir, el llamado
imperante a la paz, a la reconciliación.
Caracas espera respuestas, los caraqueños exigimos que se fijen
posiciones; los habitantes de la parroquia el 23 de enero reclaman que se tomen
acciones; los venezolanos queremos justicia,
y en este sentido reclamamos autoridades legítimas y no encapuchados impuestos
a fuerza de pistolas, fusiles, y escopetas.
Necesitamos que la irreverencia de una ciudad donde los delincuentes le
marcan el ritmo a las autoridades Abra Paso al trabajo serio, a una propuesta
de ciudad distinta, segura, amable, vivible.
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