En
diciembre del 2015 el pueblo venezolano decidió ejercer su derecho al voto para
elegir a los nuevos diputados que lo representarían en el Parlamento. En
aquella ocasión los venezolanos demostramos deseo de cambio y de un nuevo
modelo que si nos garantice calidad de vida, ante una crisis que empezaba a
generar mayor pobreza en el país.
Sin
embargo, luego de esas elecciones, el régimen designóunilateralmente3 nuevos
rectores del Concejo Nacional Electoral, que fueran a fines a sus intereses
políticos. Así, violentaron la Constitución y se garantizaron el control de las
instituciones, cuyo actuar debe ser imparcial y coherente con el Estado de
Derecho.
En el 2016
se negaron a aceptar el referéndum revocatorio que los venezolanos exigimos y
se inventaron la figura del desacato contra la Asamblea Nacional, ya que no les
conviene la separación de poderes ni presentar cuentas ante el país.
Asimismo,
a inicios del 2017 el TSJ se atribuyó las competencias del legislativo, pero
ante las contradicciones que ellos mismos tienen, echaron para atrás esas
sentencias. Los venezolanos decidimos salir a la calle y protestar ante estas
injusticias y la respuesta del régimen fue un grado de violencia tal que murieron
cientos de personas y fueron arrestadas otras miles. Además, crearon una
fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente, en unas elecciones ilegitimas, la
cual no funciona para nada.
Por si
fuera poco, en el 2018 afirmaron su autoritarismo al llamar a unas elecciones
presidenciales adelantadas, sin la participación de los 5 partidos políticos
más votados de oposición, ya que han sido inhabilitados. Por este motivo nadie
reconoció los resultados.
Toda esta
pérdida de institucionalidad nos ha llevado a una grave crisis humanitaria. El
informe de la Alta Comisionada Bachelet evidenció la lamentable realidad que
padecen los venezolanos diariamente.
Ante la
miseria y sufrimiento que ha causado el modelo del régimen, la democracia se
presenta como la verdadera solución a la crisis. Solo en ella, la voluntad del
pueblo es escuchada y ejercida, la separación de poderes evita los atropellos
que pueda intentar algún grupo con pretensiones autoritarias y los funcionarios
públicos trabajan para dar soluciones a los problemas que aquejan al país.
Sin
embargo, para unas verdaderas elecciones libres, es necesario renovar las
instituciones del Estado. El TSJ, CNE, Consejo Moral Republicano y demás
instituciones deben acatar a la Constitución y estar al servicio de los venezolanos,
no de una cúpula que se aferra al poder. De su imparcialidad depende que las
elecciones se realicen correctamente y los resultados sean respetados.
Los
venezolanos queremos poder tomar nuestras propias decisiones y decidir sobre el
futuro que meremos. Estamos seguros que
solo en un sistema democrático todos los ciudadanos gozaremos de plena igualdad
de derechos y respeto a nuestras libertades fundamentales, que nos permitirá
volver a tener calidad de vida justa.
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