jueves, 3 de marzo de 2016

Aferrados a la nada


Cuando todas las mañanas los venezolanos comenzamos el peregrinaje en el que se ha convertido la vida en este país, las preguntas que surgen son: ¿por qué este gobierno, que ha destruido la figura del Estado, las Instituciones, las empresas privadas, la seguridad de la Nación, la soberanía alimentaria (entre otras que no queremos mencionar para no hacer tan larga la lista), quiere mantenerse en el poder?; ¿cuál es la razón para que se aferren al abismo en el que estamos sumergidos y al que ellos nos han empujado?.

Las respuestas pueden ser muchas: la primera mantener el status económico que muchos han alcanzado gracias a las llamadas “comisiones”, que para ellos no son un acto de corrupción, pero que provienen de los desfalcos que le han hecho al país y de repetir con muchas más creces una práctica que según ellos heredaron de la cuarta (sabemos que lo hacen mucho mejor); otra de las respuestas, es tener miedo y no poder dormir en paz cuando caiga este régimen, porque más de la mitad sabe que irán presos. No debe ser sencillo cambiar la buena vida que tienen por ir a las prisiones que Iris Varela va a dejar.

En fin deben ser muchas las razones, no solo materiales sino psicológicas, que lleven a estos seres nefastos a querer mantenerse en el poder, atornillados a la nada en la que han dejado al país. Sin embargo, lamento informales que esa decisión ya no es suya, se acabó el tiempo de las vacas gordas y del dinero que compraba voto y consciencias; ya no hay forma de seguir alimentando el parasitismo en el que se gastaba la chequera petrolera.

Lo único que tienen seguro, es el fin de casi dos décadas de decadencia, sea por la vía del revocatorio o por la vía de la enmienda, ustedes van a salir porque así lo quiere la mayoría del pueblo. No hay mucho que puedan hacer, solo seguir dando patadas de ahogados. Ustedes ya lo sabían por eso la prisa en nombrar un Tribunal Supremo, no solo para boicotear el trabajo de la nueva Asamblea Nacional, sino para asegurar que sus cuentas, cuando sean juzgadas por la justicia, no pesen tanto.

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