miércoles, 21 de junio de 2017

POR LA RUTA DEMOCRATICA

Han pasado dos meses desde que el país volcó su atención al diálogo como vía para encontrar soluciones a la crisis que nos agobia, pues había especial necesidad de que este instrumento ofreciera resultados tempranos para aliviar el sufrimiento de los venezolanos.



Se pretendía dar salida humanitaria y electoral a la tragedia que vivimos día tras día, y para ello era imprescindible el cumplimiento de acuerdos mínimos que permitieran generar confianza para transitar un camino de entendimiento, a lo cual el Gobierno dio la espalda.



El nombramiento de los rectores del CNE por parte del TSJ, usurpando funciones propias de la Asamblea Nacional, ha sido la más clara señal por parte del Gobierno de que quiere sepultar una vía pacífica y democrática de entendernos. Esto, más la acelerada destrucción económica que impulsa Maduro, sirven la mesa para subir el volumen totalitario del Gobierno.



Venezuela actualmente es comparable a Zimbabue, tanto en términos económicos como políticos, y resulta increíble cómo en pleno siglo XXI, cuando América Latina avanza hacia el desarrollo, nuestro país se encuentre hundido en una miseria similar a cualquier país africano estando en presencia de un gobierno que cada día que pasa se coloca más al margen de la Constitución.



No es menos cierto que la Unidad debe reinventarse, sobre todo porque ahora nos encontramos en una realidad completamente distinta a la de hace apenas algunos meses.



El reto fundamental de 2017 consiste en atender de forma simultánea dos frentes. Por una parte, hay que detener de manera inmediata el caos económico y social que estamos viviendo y, por otra parte, hay que rescatar el voto como el arma ciudadana más poderosa para decidir nuestro destino. Resolver ambos asuntos supone un esfuerzo adicional de todos los sectores que hacen vida en el país para entenderse con un plan conjunto y con una Unidad amplia, sólida, sin vacilaciones, que conduzca hacia la recuperación nacional.



Los demócratas solo debemos plantearnos el fin de esta hecatombe por la ruta democrática; no es tiempo de aventuras, es el momento de que el liderazgo político renovado se coloque al frente de la batalla definitiva para conquistar el cambio en Venezuela, y cada uno como ciudadano debe plantarse en su puesto de lucha.

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