miércoles, 21 de junio de 2017

PAIS EN RIESGO


Desde la Asamblea Nacional, desde nuestras comunidades, desde nuestros trabajos, desde las universidades, desde cada uno de los espacios hay que prender todas las alarmas y denunciar a todo el mundo el atropello que Nicolás Maduro quiere realizar al imponer por la fuerza un proceso constituyente totalmente fraudulento.



El riesgo es de tal magnitud que significaría perder los principales conceptos que nos identifican como venezolanos. La pérdida de los principios de república, federación y democracia es el trasfondo de esa maniobra que intentan meter de contrabando para arrebatarnos nuestras condiciones de ciudadanía y libertad.



La república es la mayor herencia de todo el proceso de independencia, ya que nos define como ciudadanos, todos iguales ante la ley, en contraposición a la relación de monarquía y súbditos establecidos en el período de la colonia española. La Constitución de 1830 establece la primera República de Venezuela como unidad de ciudadanos que se permiten dar su propio gobierno y organización.



Más adelante, las distintas constituciones han ido avanzando en los derechos civiles y sociales aboliendo la esclavitud, organizando el territorio y conquistando el voto universal, directo y secreto, con participación de todas las personas sin condiciones de formación, raza o credo, así como la participación de la mujer. La Constitución de 1947 reivindica a la democracia como el principal avance a la modernidad venezolana.



Este fraude constituyente pretende borrar, de un solo plumazo, esos valores propios del venezolano al quitar la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos y quitar la elección universal, con el principio de “cada persona un voto”, para tratar de imponer desde una muy pequeña minoría una forma de gobierno autocrática a la gran mayoría, lo cual hiere mortalmente la gobernabilidad, la república y la democracia.



Nuestro llamado es a defender nuestra Constitución como única herramienta para mantener las conquistas logradas a lo largo de nuestra historia. El pasado nos obliga y nuestro futuro nos lo exige.

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