miércoles, 21 de junio de 2017

AGENDA PARLAMENTARIA


Este nuevo período legislativo nos pone frente a retos impostergables para el país. La crisis económica que se acentúa cada día, debe ocupar la agenda de debate dentro del Parlamento nacional sin vacilaciones, pues la mayoría de los venezolanos, golpeados duramente por la situación, esperan de la Asamblea una institución que pueda brindar soluciones de manera efectiva a sus problemas.



En sentido estricto, el poder legislativo no puede aplicar medidas, pero si puede (y es prioridad que lo haga) convertirse en la caja de resonancia de las aspiraciones del pueblo venezolano y plantear un plan que se convierta en la alternativa para aplicar los correctivos necesarios al desastre económico y social que estamos viviendo.



Desde la fracción de la Unidad asumimos un trabajo doble. En primer lugar, con nuestros electores, con quienes tenemos la obligación de estrechar nuestra conexión, ampliar los procesos de consulta acerca de las decisiones que se toman en el seno de la AN y hacer del trabajo legislativo un espacio para la interacción ciudadana como elemento para el rescate paulatino de la democracia.



Tenemos un trabajo interno esencial, pues hay una importante cantidad de parlamentarios jóvenes, quienes se forman como el liderazgo de relevo del quehacer político, con los cuales necesitamos expandir horizontes y brindar herramientas para aumentar la calidad de las intervenciones dentro del hemiciclo, que por mucho tiempo estuvieron dedicadas solo a las consignas complacientes a favor del gobierno de turno.



Asumimos la labor de la reconstrucción del país. La AN, como aporte por excelencia para el modelaje social y político que debe promoverse para lograr un verdadero cambio, que trascienda al intercambio de sillas; que se incruste en la conciencia y en el accionar diario. Como los representantes más legítimos y soberanos de la nación debe ir dirigido a responder a las múltiples demandas que a viva voz se reclaman en todos los rincones del país. Por eso, la construcción de la agenda parlamentaria, lejos de convertirse en un ejercicio de tensión entre las fuerzas, debe ser útil para el pueblo y convertirse en la ruta estratégica para destrancar el juego y posibilitar el cambio político.

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