En estos últimos días
hemos tenido la oportunidad de observar que poco a poco, cada día, se alzan más
voces de protesta en contra del mamotreto de Asamblea Nacional Constituyente
que desde este gobierno autoritario se quiere montar por iniciativa del
proponente para quitarle cada vez más derechos a los venezolanos.
Se escuchan voces
disidentes, entre ellas las de quienes alguna vez creyeron que este gobierno adoptaría
un rumbo democrático. Personas que ocuparon cargos públicos desde que comenzó
la era política 1998-2017, y a casi 20 años coinciden en que las actuaciones
del Presidente y su combo restringen, limitan y cercenan derechos que fueron
progresivamente alcanzados.
Los ojos del mundo
están vigilantes de cuanto ocurre en el país y sus instituciones, sobre todo en
reserva y preservación del sistema democrático de la región más antiguo. Hemos
asistido al Vaticano, donde se ha escuchado la alta preocupación por los
sucesos en Venezuela. El Parlamento Europeo ha señalado la preocupación de lo
poco democrático que resulta la actuación del Gobierno. Asimismo, en la reunión
de cancilleres de la Organización de Estados Americanos vemos que hay un
consenso en condenar la forma como ha sido presentada la ANC por ser excluyente
y alejarse de los principios fundamentales de la democracia.
La mayoría de los
venezolanos hemos dado con la patraña montada por unos pocos que desde el poder
han pretendido romper con la disposición fundamental de la alternabilidad. Las
mafias de corrupción han sumergido al país en la peor crisis económica y social
de nuestros tiempos. Justifican sus actuaciones en el nombre del pueblo, pero
solo lo hacen para amasar fortunas.
La única manera posible
de frenar esta locura que nos lanza a todos por un barranco y perder todos
nuestros derechos, nuestras libertades, nuestra democracia y nuestro país, es
saliendo todos a la calle y alzar nuestra protesta pacífica para detener este
atropello.
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