Un Dialogo Sincero
Cuando asistimos a un proceso de diálogo y concentración
política, debemos participar entendiendo que acudimos a un espacio lleno de
diferencias y con diversidad de objetivos y posiciones, pero también debemos comprender que este proceso
de diálogo debe tener como condición, la
cualidad de ser un diálogo sincero y honesto.
En las actuales condiciones que reinan en el país, con una
crisis económica que escala cada día y que empobrece más a los venezolanos, y
con una discusión de sordos entre las distintas instituciones del Estado,
pareciera que el momento nos obliga a apartarnos de nuestras posiciones y
acordar, de una manera transparente, una agenda de diálogo político cuyo
principal objetivo sea buscar una salida concertada a la actual crisis. Una
agenda en lo político, en lo económico y en lo social debe ser para buscar
propuestas que incentive el desarrollo de todos los ciudadanos, la Venezuela
del progreso, donde todos podamos vivir bien.
Para que este esfuerzo tenga los frutos deseados, no solo
basta con arribar con ideas preestablecidas
y con posiciones tomadas, sino involucrar a todos los sectores de
nuestra sociedad. Un diálogo eficaz debe hallar el interés común de todas las
partes, sin ingenuidades, y no enfocarse en el punto de vista de cada una de
ellas, para ello vemos importante, incluso necesario, la participación de la
Iglesia y de la Comunidad Internacional, como facilitadores y garantes de este
proceso de diálogo.
Hasta en las batallas más duras hay un mínimo acuerdo, hay
espacios para construir y acordar salidas y prever mejores escenarios.
Importante para todos es entender que el éxito de una y de un diálogo pasa por
entender que no se discute desde posiciones, sino en función de los intereses
comunes, y el interés mayor para todos debe ser superar esta crisis, y lograr la
construcción de una mejor Venezuela.
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