martes, 21 de junio de 2016

Un Dialogo Sincero


Cuando asistimos a un proceso de diálogo y concentración política, debemos participar entendiendo que acudimos a un espacio lleno de diferencias y con diversidad de objetivos y posiciones, pero  también debemos comprender que este proceso de diálogo debe tener como condición,  la cualidad de ser un diálogo sincero y honesto.

En las actuales condiciones que reinan en el país, con una crisis económica que escala cada día y que empobrece más a los venezolanos, y con una discusión de sordos entre las distintas instituciones del Estado, pareciera que el momento nos obliga a apartarnos de nuestras posiciones y acordar, de una manera transparente, una agenda de diálogo político cuyo principal objetivo sea buscar una salida concertada a la actual crisis. Una agenda en lo político, en lo económico y en lo social debe ser para buscar propuestas que incentive el desarrollo de todos los ciudadanos, la Venezuela del progreso, donde todos podamos vivir bien.

Para que este esfuerzo tenga los frutos deseados, no solo basta con arribar con ideas preestablecidas  y con posiciones tomadas, sino involucrar a todos los sectores de nuestra sociedad. Un diálogo eficaz debe hallar el interés común de todas las partes, sin ingenuidades, y no enfocarse en el punto de vista de cada una de ellas, para ello vemos importante, incluso necesario, la participación de la Iglesia y de la Comunidad Internacional, como facilitadores y garantes de este proceso de diálogo.


Hasta en las batallas más duras hay un mínimo acuerdo, hay espacios para construir y acordar salidas y prever mejores escenarios. Importante para todos es entender que el éxito de una y de un diálogo pasa por entender que no se discute desde posiciones, sino en función de los intereses comunes, y el interés mayor para todos debe ser superar esta crisis, y lograr la construcción de una mejor Venezuela.

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