26 de Junio de 2020
Las instituciones del Estado existen para el beneficio y resguardo de la población en general. Para que su funcionamiento sea eficiente deben respetar lo expresado en la Constitución y trabajar en pro del pueblo. Es de este modo que las sociedades avanzan en lo social y se desarrollan en todos los ámbitos. Lamentablemente, el chavismo se encargó de secuestrar las instituciones del Estado venezolano para mantener su modelo de miseria y desigualdad. Esto facilitó la corrupción, la mala gerencia y el amiguismo que causaron la crisis en el país.
Hoy Venezuela ha perdido 2/3 partes de su capacidad de producción, millones de venezolanos han abandonado el país en búsqueda de calidad de vida, los servicios básicos fallan diariamente, la hiperinflación devora el salario y la escasez de productos y medicinas dificultan el acceso a la salud y la alimentación. En esta desastrosa situación nos toca enfrentar además al COVID-19, que representa un riesgo para la salud de todos y maximiza su amenaza por la precaria situación de nuestro sistema de salud y las necesidades que abundan en la crisis.
El chavismo prefiere ignorar la crisis que causaron y decidió radicalizar aún más la cuarentena como medida de prevención ante la pandemia. Esta es una medida que desconoce la realidad que afronta el pueblo. En la actualidad gran parte de los venezolanos obtienen ingresos del día a día por medio del trabajo informal, por lo que deben salir de casa y las fallas de los servicios de agua, gas, electricidad o gasolina, obligan a millones a abastecerse de esos servicios por otros medios, por lo que no les queda de otra que correr el riesgo y exponer su salud. Quedarse en casa para resguardarse no es una opción como consecuencia de la emergencia humanitaria compleja en el país.
Por lo tanto, pedir al pueblo que cumpla a cabalidad la cuarentena, sin ningún tipo de contraparte que ayude a solventar el sufrimiento y necesidades de los venezolanos es una completa irresponsabilidad. El COVID-19 no es la única amenaza que padecemos. La crisis es un problema que debe ser igualmente tratado e incluso es aún más peligrosa por las grandes consecuencias que durante todos estos años ha causado. Para hacerle frente es vital lograr un cambio político, ya que el régimen ha demostrado una y otra vez que no quiere ni puede solventar los problemas que afectan al país.
Venezuela necesita más que nunca recuperar la democracia para poder hacer frente a la crisis y la pandemia. Esto solo es posible con la sensatez y madurez política que permita alcanzar el entendimiento y reconocimiento de todas las partes de la sociedad. Hay que entender que el bienestar de millones está en juego y cuentan con que encontremos salida a esta tragedia. Solo así podremos llegar a consensos y acuerdos mínimos para poco a poco llegar a un gran acuerdo integral que permita recuperar la institucionalidad para reconstruir el país, a la par que se toman las medidas necesarias para enfrentar al COVID-19 y reducir sus daños, como controles sanitarios eficientes o la entrada y correcto uso de la ayuda humanitaria para el pueblo.
Hoy más que nunca tenemos que poner las elecciones como objetivo estratégico, no como una opción más bajo la mesa. Debemos poner los intereses y bienestar del pueblo primero. La situación requiere que nos organicemos correctamente y pongamos todo nuestro empeño por recuperar las instituciones, porque serán ellas quienes generen las condiciones para unas elecciones libres y justas, donde podamos medirnos, decidir nuestro futuro y dejar atrás esta tragedia.
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