jueves, 9 de enero de 2014

Caldo Morado

STALIN GONZÁLEZ | Ultimas Noticias
27 de Diciembre de 2013

Muchas manos en el guiso ponen el caldo morado, reza el dicho para advertirnos que la triplicación de esfuerzos por el mismo objetivo entorpece el resultado
Muchas manos en el guiso ponen el caldo morado, reza el dicho para advertirnos que la triplicación de esfuerzos por el mismo objetivo entorpece el resultado. Si Caracas fuera un guiso, el gobierno del Distrito Capital, el Ministerio para la Transformación de Caracas, la Alcaldía Mayor y la Alcaldía del municipio Libertador lo estarían poniendo morado.


Caracas, como sabemos, es una ciudad compleja, con parroquias densas y llenas de particularidades que requieren coordinación, coherencia y congruencia en las políticas dirigidas a ella, para que sean posibles soluciones viables, sostenibles y lo más incluyente posibles a todos sus ciudadanos.

En la ciudad se han multiplicado las instituciones que la gestionan, a menudo con competencias que se solapan y con presupuestos divididos, lo que hace que ninguna tenga una voz cantante ni presupuesto suficiente para llegar a ejecutar cualquiera de los proyectos que alguna se plantee.

Esto comenzó en 2008, cuando al perder la Alcaldía Metropolitana el Gobierno decidió crear el gobierno del Distrito Capital y le transfirió competencias y presupuesto de la Alcaldía Mayor, dejando a ese cargo de elección popular con un número muy reducido y limitado de competencias. No se aprendió la lección entonces y repitieron la estrategia ahora, creando otra institución para Caracas, cuando precisamente eso es lo que le sobra.

Limitar la creación de instituciones paralelas a las elegidas por la voluntad popular debe obedecer, en principio, al respeto de las decisiones que tomamos como ciudadanos en las urnas, y al respeto a nuestra Constitución, que señala de forma clara cuáles son las instituciones que gestionan nuestro territorio a nivel nacional, estadal y parroquial. Pero, en segundo orden y con la misma importancia, el florecimiento de instituciones, lejos de ayudar, entorpece gestionar Caracas.

En este momento político, en el que las intenciones de diálogo y de trabajo conjunto en pro de los venezolanos están en la mesa, la gestión racional, concertada, incluyente y respetuosa de la voluntad de los venezolanos debe ser el norte que guíe las decisiones para gestionar todo nuestro territorio.

Si queremos que el guiso no se ponga morado, hay que sacar las variadas y no elegidas manos de él.

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