Apartheid caraqueño
Stalin González
Mucho agua ha corrido desde entonces y hay numerosos
tratados en materia de derechos humanos, libertades civiles y de discriminación
racial que prohíben taxativamente el secuestro de derechos a cualquier grupo
humano. Sin embargo en la actualidad hay formas más sutiles, pero igual de
flagrantes de segregar a una población.
Los caraqueños sufrimos la misma cola, escasez e inflación
que sufren el resto de los venezolanos; sin embargo, por decisión unilateral
del alcalde Jorge Rodríguez, somos los únicos que no podemos protestar en
nuestras calles. El gobernante de la capital ha convertido Caracas en un
espacio censurado donde es negada cualquier protesta que no sea “permisada”. El
derecho de manifestarse de manera libre y pacífica que está establecido en la
Constitución nacional, y de hecho defendido en ocasiones por el régimen, ha
sido confiscado sin más razones que un permiso que no figura en ninguna
normativa legal y que en la práctica ha imposibilitado la manifestación
genuina, pacífica y legítima de los ciudadanos caraqueños.
Los caraqueños hemos sido segregados de nuestros propios
espacios y se ha negado uno de lo mas elementales de los derechos: el derecho a
exigirlos. El régimen nos ha sometido a un apartheid político, donde aquel que
no comulga con su proyecto no puede las protestar en las calles capitalinas.
Sin más, el caraqueño tiene negado el acceso a Caracas por el tan solo hecho de
no comulgar con la revolución.
La negación del derecho a protesta y del uso de espacios
públicos viola la ley, agrede a los caraqueños y contraviene a la democracia.
Estamos a tiempo de que el mundo no añada a la historia una nueva forma de
segregación. Es momento de que cese el silencio cómplice de los que conforman
el Estado y se reivindique el derecho a manifestar a todos aquellos caraqueños
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