Hablemos
STALIN GONZÁLEZ | Ultimas Noticias
02 de Mayo de 2014
A lo largo de nuestra vida hemos tenido malentendidos, impasses, e incluso importantes conflictos con muchos actores.
En la mayoría de éstos, en aras de conservar una relación más apreciada, nos hemos sentado a conversar, a solucionar el problema. Sin embargo, ese conflicto no se dirimió solo sentándonos a conversar; es, generalmente, el principio de un camino de conversaciones, acuerdos y compromisos que, cuando éstos fueron cumplidos, fueron superados.
Para la unidad democrática de este país lo más apreciado es la democracia venezolana y la calidad de vida de los venezolanos, sin importar si éste cree en el hombre nuevo o no, nuestra mayor preocupación y objetivo es procurar su bienestar. Por ellos y la democracia, la unidad democrática está dispuesta a sentarse con cualquier sector con el que haya tenido impasses, malentendidos y conflictos.
Como en cualquier diálogo que se plantee, no se espera que la crisis económica, política y social en la cual somos parte sea solucionada en un primer encuentro, pero sí se espera que sea la vía por la cual las “Dos Venezuelas” se encuentren y comiencen el camino de las conversaciones, acuerdos y compromisos que permitan superar esta crisis y poder convivir con nuestros desencuentros políticos.
La necesidad de avanzar en estos asuntos y la voluntad política de solventarlos es el motivo y la condición de nuestra presencia en las reuniones. No seremos parte de un diálogo de sordos ni de la puesta en escena de un acto legitimador del Gobierno. Nuestro objetivo es la aplicación de políticas públicas que reconduzca el sistema económico ya colapsado, la separación de poderes públicos que oxigene el sistema democrático, la liberación de los presos políticos y estudiantes y el cese de la criminalización de la protesta.
Estos dos encuentros de los que hemos sido testigos, son el comienzo de un ejercicio democrático que no por ser poco usado en los últimos años deja de ser importante. El diálogo entre las fuerzas políticas de un país es frecuente y vital en un sistema que sea o aspire a ser democrático. El aprecio por los venezolanos nos motiva a sentarnos a dirimir diferencias; ahora el éxito de éste depende del Gobierno en primera medida, respondiendo las demandas planteadas, y de nosotros en la constante petición en la calle y en las reuniones de las mismas.
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