Durante dos décadas el chavismo ha manejado un discurso
lleno de populismo, odio, división y mentiras, con el fin de justificar los
crímenes que han cometido. Asimismo, a través de la fuerza se adueñaron de las
instituciones democráticas del país, en un intento por controlar todo y no
tener que rendir cuentas a nadie. De este modo, con cada fracaso de su modelo,
solo culpan a supuestas guerras económicas, iguanas que se comen cables y a
quienes no nos callamos ante las injusticias que comenten; todo esto mientras
el país se sumerge en la miseria por su ineptitud y corrupción.
Nuestra economía es un claro ejemplo de esta situación.
Poco a poco expropiaron las empresas, las tierras y estatizaron gran parte del
sector productivo. Además, impusieron un control de precios, que nuevamente ha
sido anunciado en plena pandemia. Los resultados de estas medidas son sufridos
por todos los venezolanos, quienes ahora padecemos de una caída mayor al 50% de
nuestro PIB, una inflación que solo en el mes de abril alcanzó el 80%, un
salario que día tras día permite subsistir menos, escasez de productos y
medicinas, falta de oportunidades dignas y bachaqueo.
También podemos ver el caso de PDVSA, que se encuentra en
la peor condición de su historia. Antes del chavismo, la producción petrolera
era superior a los 3millones de barriles diarios, hoy es inferior a 700mil.
Cuando no pudieron endeudar más al Estado venezolano, endeudaron a PDVSA y
ahora está desbastada. La destrucción llegó a tal nivel, que nuestras
refinerías se encuentran colapsadas y por eso no hay combustible en el país.
Hoy los venezolanos debemos hacer colas kilométricas por solo 20 litros de
gasolina y lidiar con los atropellos de las mafias que se han formado con este
dilema, quienes tienen control en las colas. Este desastre no es consecuencia del
COVID-19, es culpa exclusiva del chavismo, que hizo de Venezuela un país
petrolero que no tiene combustible suficiente para su propia demanda interna.
Ante cada una de estas problemáticas, el régimen solo se
excusa y aumenta su control sobre las instituciones y la sociedad. Durante la
pandemia, han tomado medidas cada vez más autoritarias, que afectan a los
comerciantes y a los ciudadanos de a pie. En algunos sectores han prohibido a
las personas salir de sus casas en ciertos días, aun sabiendo que estas tienen
que salir a diario para generar ingresos y así sobrevivir, porque su salario no
rinde para los gastos básicos. Pero las dolencias del pueblo no les importan, solo quieren seguir controlando todo.
Es innegable que los venezolanos vivimos peor que hace 21
años en todos los sentidos. Incertidumbre, miedo, hambre, impotencia,
sufrimiento, son los sentimientos que afronta el pueblo. De esta tragedia, el
único culpable es el régimen chavista que se niega a abandonar el poder y
aceptar su responsabilidad de la crisis. Por tal motivo, es vital lograr un
cambio de modelo, donde los derechos y el progreso social sean los pilares
fundamentales que sostengan el desarrollo de Venezuela. Vivir en una mejor
Venezuela, con calidad de vida, oportunidades, seguridad, libertad y trabajo
digno es posible.
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