ETICA PARA POLITICOS
Stalin Gonzáles
La
salud democrática de un país depende en gran medida de la calidad ética de los
ciudadanos y de sus políticos.
La
salud democrática de un país depende en gran medida de la calidad ética de los
ciudadanos y de sus políticos. Por su parte, la legitimidad de las
instituciones democráticas se basa en la capacidad que tienen estas de generar
confianza en la ciudadanía y esto solo es posible a través de una gestión
íntegra por parte de sus dirigentes.
Es
lógico pensar, pues, que el bienestar de nuestro país y de sus instituciones
pasa por el ejercicio de actitudes éticas. Eso quiere decir que todo ejercicio
político debe estar basado en la honestidad, en la transparencia, en la
lealtad, en la austeridad y en la vocación de servicio, independientemente de
las preferencias políticas que se tenga.
La
actual deslegitimación de la dirigencia política que sufrimos los políticos
venezolanos tiene sus orígenes en la ausencia de esos valores por parte de
quienes pertenecen a la elite del poder. Este fenómeno no es nuevo, de hecho
fue la causa más importante que llevó a la revolución al poder; pero no se
extinguió a su llegada, sino que sucedió todo lo contrario: rige ahora con
mayor fuerza y desfachatez.
Venezuela
está sufriendo un ejercicio político sin algún vestigio de práctica honesta,
tolerante, dialogante, leal o siquiera transparente. Hoy, políticos venezolanos
celebran el menosprecio a otros en todas las esferas, incluso en aquellas donde
el diálogo es la base. El despilfarro del bien público y la impunidad para
quienes lo han violado son recurrentes y notorios. Vemos con tristeza
dirigentes que venden sus ideas por el interés propio sin importarles siquiera
a quienes les deben su investidura y observamos acciones políticas que
discriminan a un sector de la sociedad como casi una norma gubernamental.
El
ejercicio político se entiende como el servicio público y eso exige que quienes
la ejercen actúen siempre con celeridad, respetando al adversario, buscando el
diálogo y comprendiendo que su alcance debe llegar a todo aquel que su
ejercicio, más allá de las diversidades sociales, religiosas o políticas que en
la sociedad existan, les competen.
La
ética política es el único modo de lograr una convivencia fructífera, ordenada
y democrática. La sociedad venezolana requiere su recuperación, su ejercicio
recurrente y, a quienes la desvirtúen, la merecida condena.
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