viernes, 24 de abril de 2015

ETICA PARA POLITICOS

Stalin Gonzáles

La salud democrática de un país depende en gran medida de la calidad ética de los ciudadanos y de sus políticos.

La salud democrática de un país depende en gran medida de la calidad ética de los ciudadanos y de sus políticos. Por su parte, la legitimidad de las instituciones democráticas se basa en la capacidad que tienen estas de generar confianza en la ciudadanía y esto solo es posible a través de una gestión íntegra por parte de sus dirigentes.

Es lógico pensar, pues, que el bienestar de nuestro país y de sus instituciones pasa por el ejercicio de actitudes éticas. Eso quiere decir que todo ejercicio político debe estar basado en la honestidad, en la transparencia, en la lealtad, en la austeridad y en la vocación de servicio, independientemente de las preferencias políticas que se tenga.

La actual deslegitimación de la dirigencia política que sufrimos los políticos venezolanos tiene sus orígenes en la ausencia de esos valores por parte de quienes pertenecen a la elite del poder. Este fenómeno no es nuevo, de hecho fue la causa más importante que llevó a la revolución al poder; pero no se extinguió a su llegada, sino que sucedió todo lo contrario: rige ahora con mayor fuerza y desfachatez.

Venezuela está sufriendo un ejercicio político sin algún vestigio de práctica honesta, tolerante, dialogante, leal o siquiera transparente. Hoy, políticos venezolanos celebran el menosprecio a otros en todas las esferas, incluso en aquellas donde el diálogo es la base. El despilfarro del bien público y la impunidad para quienes lo han violado son recurrentes y notorios. Vemos con tristeza dirigentes que venden sus ideas por el interés propio sin importarles siquiera a quienes les deben su investidura y observamos acciones políticas que discriminan a un sector de la sociedad como casi una norma gubernamental.

El ejercicio político se entiende como el servicio público y eso exige que quienes la ejercen actúen siempre con celeridad, respetando al adversario, buscando el diálogo y comprendiendo que su alcance debe llegar a todo aquel que su ejercicio, más allá de las diversidades sociales, religiosas o políticas que en la sociedad existan, les competen.


La ética política es el único modo de lograr una convivencia fructífera, ordenada y democrática. La sociedad venezolana requiere su recuperación, su ejercicio recurrente y, a quienes la desvirtúen, la merecida condena.

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