Los políticos de oficio
STALIN GONZALEZ - EL COLUMNERO
10 de Octubre de 2014
Para quienes elegimos la política como oficio tenemos un
gran compromiso; nuestro norte es el servicio a los ciudadanos y el bienestar
común, por lo que nuestra actuación debe contener aquellos valores que
consideramos elementales en nuestra convivencia social y convencidos en estos
tiempos que los que solo es posible en democracia; los valores a defender y
regir es el debate, el reconocimiento por el otro y la transparencia de nuestra
acción.
El debate es el motor
del político demócrata. La coexistencia de las diferentes formas de
ver una sociedad es posible tras un intercambio de las ideas que la sostienen.
Por otro lado, la historia de este oficio y su principal naturaleza obedece a la
argumentación de los proyectos que se defienden y por ende su defensa en
diferentes espacios.
Por su parte el reconocimiento del otro es la base de la
convivencia; no es posible el oficio político sin entender la existencia de
otras posibilidades de hacer política, de entender la sociedad y de quienes la
comprenden.
La transparencia es de los valores políticos menos ejercidos
a cabalidad y la razón fundamental de la desacreditación del político. Esta consiste no solo en la honestidad en
nuestras acciones, sino también la comunicación fluida de la intención de
éstas, así como el acceso a nuestra
gestión, administración entre otras. La confianza ciudadana está basada
fundamentalmente en esta premisa, siendo esta la exigencia fundamental de la
ciudadanía global en los dirigentes, las administraciones públicas y al sistema
político en general.
La no existencia de alguno de estos valores compromete de
forma importante nuestro oficio político y con ello la credibilidad que tienen
de nosotros los ciudadanos. Por otro lado la no existencia de estos valores
niega la política y nuestra vocación democrática. Creo en este momento no solo es necesario revindicar el oficio
sino también los valores que deben
contenerlo. La preocupación por lo
público merece la injerencia de todos los ciudadanos, pero su administración
merece de aquellos que tienen vocación al servicio del otro y para ello creo
aún más necesario defender los valores que deben comprenderla.
El debate como método de resolución de nuestras diferencias,
la tolerancia como fórmula de una sociedad más justa, y la transparencia como
lógica de gestión pública debe ser
nuestro compromiso con los
ciudadanos para construir un territorio de paz, de respeto y de
democracia.
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