Mantenimiento
STALIN GONZÁLEZ | 06:00 a.m.
11 de Julio de 2014
La falta de mantenimiento en la planificación pública y en la gestión gubernamental nos pasa factura
Según el Drae, este término indica el “conjunto de operaciones y cuidados necesarios para que instalaciones, edificios, industrias, etc., puedan seguir funcionando adecuadamente”; esta suma de acciones es lo que garantiza que aquello que inauguramos, construimos o compramos tenga utilidad y eficacia en el tiempo, y que aquello para lo que fue realizado siga ejerciéndose con efectividad.
Esto, que suena obvio, no lo vemos a menudo en las noticias y son un pequeño porcentaje de los créditos solicitados y aprobados por la Asamblea. A menudo lo que vemos en el Gobierno, y de forma acentuada en “este gobierno de calle”, son shows con el dirigente de turno, poniendo piedras, inaugurando obras y anunciando proyectos. Muy poco vemos y constatamos trabajos de cuidado y mantenimiento de dichas obras, probablemente porque estas, aunque importantes, carecen del efecto mediático que causan las nuevas.
Lo nocivo es que la ausencia de este conjunto de acciones pone en jaque el funcionamiento de todos esos proyectos una vez construidos, inaugurados o comprados. La falta de mantenimiento compromete la viabilidad de lo realizado y augura gastos en reposición de obras, en el mejor de los casos, y gastos por colapso de servicios en el peor de los mismos.
El colapso total de los servicios básicos en Venezuela tiene como base fundamental la ausencia de algo tan elemental y rutinario como esto. No se debe a iguanas, corrientes de aires o ideas conspiradoras. Se debe al olvido por parte del Estado de que su deber es hacer gestión y no propaganda.
El venezolano ve a diario al Presidente vociferando planes y sufre a diario las fallas de los planes viejos. A la fiesta del asfalto la opacan las troneras y desniveles de todas las calles de la ciudad, al anuncio del centenar de transformadores eléctricos lo sofocan los continuos apagones en las regiones del país, el acceso al agua que tan orgullosamente profesan por las metas del milenio, lo seca su ausencia en numerosas casas venezolanas.
La falta de mantenimiento en la planificación pública y en la gestión gubernamental nos pasa factura; somos en la actualidad el segundo país menos transparente, menos eficaz, menos amigable; en la vida diaria seguimos escalando posición hacia los primeros puestos. Los venezolanos no conocemos el mantenimiento, porque todo se trata de contingencia.
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